Falta de aire, risa,
atorarse, o frases como: "¿qué cosa?..¡Pero este niño no tiene ni idea de lo que
dice!". Es una de las tantas reacciones que los padres tenemos cuando escuchamos de
boca de nuestros pequeños,cuando nos dan con tanta alegría esta noticia. Acto seguido, llegan
las confusiones y ahora ¿qué hago?, ¿qué le digo?, sólo está en el nido!, ¿será
normal?. Veamos juntos que es lo que suele ocurrir en esta situación tanto en
los niños como en los padres.

En primer lugar
comprender que los sentimientos que afloran en la infancia se convierten en el
preludio de lo que más adelante será su manera de crear vínculos afectivos. Aquí
radica la importancia de escucharlos para orientarlos y ayudarlos a crecer
emocionalmente. Tus hijos buscarán respuestas ante lo que sienten, si tu no estás
a su lado para guiarlo alguien más lo hará y puede que no lo conduzca como tu quisieras..
Se dice que el
primer amor de un niño es la madre y de una niña, es el padre; podríamos validar
dicha afirmación y comprender bien que no se trata del concepto de amor al que
nos referimos los adultos; por lo tanto, no debemos alarmarnos por la precoz
noticia del novio o la novia. Se trata sencillamente de que tu hija está
expresando sus emociones y poco a poco, este ejercicio tan saludable, se
convertirá en parte de su dinámica con los padres. Cuestión que se quiebra si
minimizamos lo que siente.
Conocer niños
(as) en el nido, o salidas al parque, incluso entre primos, son parte de la
experiencia que describen los niños como primeros amores, las cuales luego
no recuerdan. Por lo general se suele
recordar las emociones más importantes alrededor de los 11 ó 12 años que además
vienen acompañadas por cambios físicos, emocionales y hormonales.
¿Porque esto causa tanto temor en los padres? Es probable que la poca presencia de los
padres en la vida de los hijos cree mayor desconfianza de todo aquello que
influye en ellos durante las horas de ausencia, en este sentido, podemos hablar
desde las cuidadoras hasta los medios de comunicación que muy bien manejan
desde temprana edad.
Esta influencia
directa, cala en nuestros hijos y más aún sabiendo que ellos tienen muchos
dispositivos y a veces los utilizan mejor que los padres, la pregunta que dejo
al aire será ¿es necesario que un niño se entretenga con televisión,celular,
tablet,etc?

Por lo general
los pequeños; aún en los programas “para niños”, se exponen a conceptos distorsionados
en relación a los sentimientos, entonces al reconocer que esta “enamorado”, asocia las conductas que ha visto en los programas y mientras los padres creen que solo se entretiene, su hijo esta aprendiendo de esos ejemplos. Si nosotros siendo adultos nos sentamos a ver aquello que les encanta, nos daremos cuenta de la fantasía que ven y asumen como
realidad. Recuerda que los niños imitan todo lo que ven, acaso no es importante estar pendientes de
qué es lo que están viendo en sus dispositivos y viviendo con sus amigos?
Limitar, castigar
y reprimir.
Si aclaramos estos
términos nos daremos cuenta de cómo estamos enfocando esta experiencia de enamoramiento.
Limitar es cuando
los padres estamos pendientes de aquello que puede afectar a nuestros hijos, por ejemplo distinguir entre el juego de sentirse bien con él o
ella y vivir la pertenecía del novio (a) de manera que se agreden si este juega
con alguien más (cosa que es muy frecuente en los pequeños). Aquí debemos intervenir para evitar la agresión y hacerle entender lo bueno que es tener amigos.Lo mismo puede suceder
con la curiosidad de conocer el cuerpo del otro, es ocasión de poner límites y reforzar
las nociones de pudor, respeto e intimidad.

Castigar en
cambio, implica que tu hijo hizo algo malo y amerita ser sancionado.
¿Enamorarse es malo? Si como padres enviamos este mensaje a nuestros hijos,
gradualmente vamos distorsionando su desarrollo afectivo, cuando alguien despierte
en ellos algún sentimiento especial, no se sentirán felices- como se sienten
las personas enamoradas - sino culpables , propio de quienes han cometido un delito
o error.
Reprimir, es un término que indica que tú estás
impidiendo que surja algún sentimiento, ¿impedirías algo natural para tu hijo? ¿impedirías
por ejemplo que crezca? Entonces el mensaje que traducen tus hijos es que enamorarse no es bueno, tal
vez llegue a pensar que querer a alguien más daña a sus padres, y ese
pensamiento crece con tus hijos y les dificulta en el futuro construir
relaciones afectivas estables, basadas en la confianza.
ESCUELA DE AMOR.-
Los hijos imitan todo a su alrededor, en la familia aprende a amar porque se
siente amado, de igual manera a respetar, considerar, agradecer, reconocer, ser
justo y todos los valores humanos que aplicará en su vida dentro y fuera del hogar.
Cuando los padres
se divorcian, los niños viven una crisis de inestabilidad que como adultos debemos
reorganizar para recuperar la confianza de que amar a alguien no es un error.
Incluso este
pensamiento se instala cuando los hijos son espectadores de las peleas
frecuentes de los padres que viven juntos. El clima de tensión y ansiedad
estará alimentando a nuestro hijo, llegando a sentir culpabilidad y refuerzo
errado de que amar a otra persona no es una buena idea.
Recordemos que como
padres debemos brindar bienestar en todo orden a nuestros hijos, así como nos
preocupamos que tengan un alimento balanceado para asegurar su crecimiento,
debemos procurar su bienestar emocional pues ningún área se subordina a otra,
ellos deben crecer de manera armónica y preocuparnos por sus emociones es
igual de importante.
Así que antes de
pensar que “estas oliendo a suegra” o
que tu hijo “es igual a su padre”, debemos comprender toda esta experiencia en
su justa magnitud, y como parte de su crecimiento. No nos convierte en mejores
padres consentirles “novios” a temprana edad porque a nosotros no nos dieron esa oportunidad ni confianza, ahora no se trata de la segunda versión de ti, donde podrás
ejecutar todo aquello que te quedó pendiente, ojo aquí : tu hijo no eres tu.
Solo acompáñalo y guíalo, eso es lo que espera de ti. Cuando crezca y te cuente contento que hay alguien especial en su vida - más allá de sus propios tropiezos y
aprendizajes - podrás decir con alegría:
tengo un hijo felizmente enamorado.
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