Yo diría que no es conveniente, simplemente por una
cuestión de roles, y de lo que se espera de ti en cuanto a que eres padre o
madre, ser amigo no es un estilo de paternidad, no confundamos.
Tu hijo ya tiene amigos, los eligió por algo, de hecho
comparten muchas cosas, intereses, edad, sueños, inquietudes, horas de
actividades de estudio y/o de juego, en otras palabras desarrolló afinidad con
ellos, por lo cual hace una distinción entre sus conocidos, compañeros y amigos,
en ese grado de importancia.
Como notarás con los padres no se comparten los mismos intereses, justamente porque no tenemos la
misma edad, eso hace que seas una persona privilegiada, porque cuentas con la
experiencia que lo pueda guiar, contener y centrar cuando lo necesite. Tú no fuiste elegido por tu hijo, como cuando
escoge un amigo, él te distingue porque
eres una figura de respeto y un referente que le brindó y brinda seguridad y
confianza.
Confundir estos roles pueden traer consigo varios efectos
colaterales que no advertimos cuando nuestros hijos son pequeños, pero que se
van reservando para hacerse notorios cuando lleguen a tener más edad.
Así vemos que hay serias dificultades en los niños a partir
de los 10 años a comprender que la autoridad viene de los padres y no de ellos
mismos, dado que siempre estuvieron acostumbrados a ser consultados en las
mínimas decisiones, con el afán de hacerlos participar y sentir su opinión; pero
opinar y participar no es decidir, y cuando los hijos crecen las decisiones son
cada vez más serias, aquí surge el reclamos y el enfrentamiento al no ser
consultados como de costumbre.
Si hablamos de la adolescencia, la gran mayoría de padres
tiene la misma dificultad pero más profunda, y se refleja en el pobre manejo de
las situaciones difíciles, justamente para evitar tener mayores problemas, lo
que origina que este factor siga creciendo como bola de nieve hasta llegar a la
siguiente etapa, en donde ya no se distingue quién es el padre y quien es el
hijo, de modo tal que es el hijo quien decide y exige a los padres que se haga
su voluntad.
Ciertamente escucharlos permitirá
que puedan ser guiados en su pensamiento, y criterio, lo cual es bastante bueno
además de estrechar mucho los vínculos entre padres e hijos, pero siempre
dejando en claro que hay ciertas cosas que solo los padres pueden y deben decidir, y siempre será lo
mejor para ellos.
RECUERDA:
Tus hijos acudirán a ti, no
porque te muestres con actitudes propias de un menor, sino porque notan que tú
tienes la estabilidad que ellos necesitan y no la consigue entre sus amigos que
también están confundidos o faltos de experiencia. Aquí lo importante es estar
siempre cerca de ellos, pendiente de sus quehaceres y sus intereses y mantener
la comunicación fluida; es un reto muy grande sobre todo ahora que el tiempo es
mezquino con todos; pero es una decisión
importante si intentas ser una mejor versión de ti mismo cada día.
Conocer todo el entorno de tus hijos
es bueno, sus amigos, los padres de sus amigos (que serán en muchas ocasiones
tus amigos también) y favorecerá la comprensión de su “mundo” con la luz de tu
experiencia, la que permitirá distinguir las bromas de las cosas serias, los
juegos de los problemas, y lo más importante fijar límites para que apelando a
la confianza y comprensión de ambas partes tu hijo sepa que hay cosas que son
no negociables, esta es también una manera de brindar amor, porque estás
formándolo y esa tarea es la que corresponde ineludiblemente a los padres, no a
los amigos.
Respeta sus espacios, no
pretendas que al invadirlo serás más cercano a ellos, los errores comunes de
los padres que quieren ser “amigos de sus hijos” inician con asumir que ellos
tienen la misma edad y viven las pequeñas dificultades de sus hijos como
grandes dificultades propias; también es favorable que ellos aprendan de cada
crisis, sabiendo que cuenta con el apoyo
de sus padres.
No olvidemos que al formarlos
estamos ayudándolos a cimentar sobre valores su identidad, y es necesaria la
guía de un adulto que lo centre, que sea su soporte y contención, que lo ayude
a discernir, a socializar, favoreciendo su auto control, asumir las
consecuencias como parte de la responsabilidad de las decisiones tomadas y a crecer emocionalmente equilibrado. No
podemos esperar que siendo pequeños comprendan nuestros objetivos, pero ser
“amigos” no cambia este asunto. Probablemente reconozcan con el paso de los
años y la madurez que los acompañará a partir de las experiencias, que tienen en sus padres no amigos
incondicionales y cómplices, sino mucho más que eso, ellos apreciarán su labor,
el esfuerzo y amor que recibieron de sus
padres.
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